11 de marzo de 2008

Vox Populi

Por Álvaro M.

Una vez cada cuatro años la ciudadanía española tiene la papeleta (y nunca mejor dicho) de ejercer su derecho y su obligación de pronunciar su soberana voluntad sobre los destinos inmediatos de España. La papeleta, esta vez, tenía cierto olor a pólvora, porque el clima que se lleva fraguando durante cuatro años (y cuya traca final ha sido esta campaña electoral) ha tenido en especial tensión a los españoles, a pesar de haberse, tristemente, acostumbrado a ella. El escenario que se ha querido plantear al soberano ha sido la elección entre dos concepciones aparentemente antagónicas. La tensión no sólo ha movido a que las urnas se llenaran de papeletas, algo deseable para los dos grandes partidos del abanico político, sino que también ha fomentado el bipartidismo como respuesta a la elección entre estas dos posiciones. Aún así, no ha sido el único culpable; la vigente Ley Electoral (con base en el sistema de circunscripciones recogido en nuestra sagrada constitución) ha arrojado al vertedero cientos de miles de votos de otras opciones políticas, tales como IU y U-PP-yD.

Pero sí es cierto que la crispación ha tenido sus frutos; el primero, que los dos grandes partidos han tenido el respaldo de un electorado movilizado en pro de la no-victoria de “el otro”. El segundo fruto no ha salido tan jugoso porque, a pesar de que el PP ha conseguido más votos que nunca, la respuesta ha sido un PSOE con el mayor número de votos para un partido en la historia de nuestra democracia. ¿Resultado? La crispación es buenísima para mantener la distancia en escaños.

Algo que me llama enormemente la atención es la caída de los nacionalismos periféricos. Si bien alguna formación en exclusiva ha subido en escaños, lo cierto es que la inmensa mayoría de las formaciones nacionalistas han perdido votos en relación a las generales de 2004. La excepción ha sido BNG, quien ha sacado 4.000 votos más (una variación mínima), pero se ha mantenido con los mismos escaños. CiU ha ganado un escaño, pero ha perdido más de 61.000 votos; aprovechando la pérdida de representatividad de otros partidos en Cataluña, CiU ha hecho el negocio de estas elecciones. A su vez, el PNV ha perdido más de lo que parece; aunque sólo pierde un escaño y algunos senadores, lo que de verdad duele es perder la histórica hegemonía en Vizcaya a favor del PSOE-E, aparcando los órdagos de Ibarretxe en vado permanente. Coalición Canaria ha perdido 60.000 votos con respecto a hace cuatro años y tiene en consecuencia un diputado menos, aunque la dirección del partido no hable de fracaso. El caso más evidente de la caída nacionalista es el de ERC, y con esto me gustaría volver a referirme a la crispación. No es curiosidad que ERC tuviera ese ascenso meteórico en las elecciones de 2004 y esta caída en 2008, porque el clima en el que se encontraba particularmente ERC era diametralmente opuesto. Mientras que en 2004 Cataluña veía cómo desde Madrid un José María Aznar tildaba a Carod Rovira y su formación de “amigos de los terroristas” (llegando al intento de procesarlos), en 2008 se ha visto cómo Zapatero, a pesar de errores como la gestión de la llegada del AVE, ha invertido en Cataluña (más que nadie) y ha tendido una mano a todos los partidos catalanistas, favoreciendo el diálogo y suprimiendo la frustración y el voto reactivo contra Madrid.

¿Lecturas que podemos sacar? La primera es que el PSOE ha ganado las elecciones (parece obvio pero, a la vista de los antecedentes, hay quien parece que no se dio cuenta en 2004 y puede volver a distraerse de tanto mirar su ombligo electoral). La segunda lectura es que la actitud del PSOE por el consenso y el “talante”, en contraposición con la obcecación nacionalista y en contraste con la beligerancia de la anterior administración, ha tenido por fruto el tropiezo de estas minorías. Creo que el recurso del voto útil no explica ascensos y descensos como los de ERC o PNV (este último más suave); o que se dé ahora el voto cuando ya de antes se daba la beligerancia del PP desde el Gobierno. Además, el votante nacionalista no busca la victoria de uno u otro; busca que su partido sea la clave de la gobernabilidad. Si aún así los partidos nacionalistas no han salido bien parados, por otras razones serán..

Mi tercera y última lectura (para no eternizarnos) es que la crispación, el recurso del miedo, el intento de usurpación de las instituciones (no olvidemos que ahora se pretenden reformar las instituciones como el Tribunal Constitucional o el CGPJ) y el uso del terrorismo y sus víctimas como armas políticas han tenido por respuesta un contundente apoyo al Partido Socialista. Si tan rematadamente mal lo ha hecho este gobierno, ¿cómo lo habrá hecho la oposición para que aún así no gane las elecciones? Espero que este nuevo ciclo empiece por una reflexión, sobretodo en el PP (hoy Rajoy ha anunciado que se presentará a la reelección para ser candidato en 2012, así que estaré pecando de iluso), para que el tono político vuelva a un cauce de normalidad y de acuerdos institucionales. El ruido y la furia quedaron atrás, es hora ya de aprender de los errores y de tender la mano, por “el bien de España“.

No hay comentarios: