2 de febrero de 2008

Dadle al César lo que es del César: Contrarréplica

Por Álvaro M.

Me considero un férreo defensor de la libertad de expresión, pero no la concibo si no va acompañada de una responsabilidad. La Iglesia puede perfectamente "orientar" el voto de sus fieles en un ejercicio de libre expresión. Es una de las bondades de la democracia; en otros tiempos no se podía expresar uno con libertad, ni siquera se era libre para pensar a su manera o para profesar una creencia personal (no sé si de esto se acuerdan los obispos).

Me mantengo en mi postura de que la Iglesia debería mantenerse al margen de una cuestión secular como son unas elecciones ya que, como antes dije, es un ámbito que no le compete. Opino que si la C.E. decide entrometerse (siendo perfectamente libre para ello) en asuntos públicos, ajenos al plano teológico, deberá aceptar entonces la intromisión en sus competencias. No es un ataque a quien no opine a una ideología; es, simplemente, un equilibrio. Si la Iglesia quiere influir en la política, la política podrá influir en la religión. Medida nº2: Apartar del sistema educativo la asignatura de religión católica. Quien quiera aprender los padrenuestros y los credos, que acuda a una catequesis en la Iglesia. El Estado no tiene por qué financiar con dinero público la evangelización para una determinada fe.
Cierto que he aludido textualmente a que "el Estado no tiene por que darle privilegios a nadie, y menos a instituciones ultraterrenas que se dedican a socavar la labor del Gobierno", y que esto puede sonar a defensa partidista. Quisiera decir que consideraría como una intromisión este mismo acto de la C.E., igualmente reprobable desde mi punto de vista ético, si las críticas de los obispos fueran orientadas a cualquier otro Gobierno. Es como el "¿por qué no te callas?"; yo puedo criticar a un Presidente, pero no voy a consentir que alguien a quien no le compete ofenda a una persona elegida legítimamente por los ciudadanos españoles. Pues igual; un Gobierno puede tener más o menos simpatías, pero no es ético que una institución a la que no le compete (como a Hugo Chávez en su momento) se manifieste a favor o en contra. La Iglesia ha de tener muy presente que la influencia sobre sus fieles implica una responsabilidad muy grande a la hora de manifestarse públicamente y, si no tiene en cuenta esa responsabilidad (o se olvida de ella), se merece todas las críticas. Y repito: críticas. No hablo de cerrar conventos, hablo de expresar mi condena a la actitud de los obispos (ejerciendo mi libertad de expresión y, creo, con más responsabilidad).

También quisiera decir que la Iglesia puede "orientar" el voto de sus fieles (algo que considero una injerencia y una coacción moral), pero lo que no puede hacer es utilizar el terrorismo como arma política contra determinados partidos políticos

; y, menos aún, cuando la Iglesia ha mantenido contactos con bandas terroristas en numerosas ocasiones (por no recordar de dónde salió ETA).

Que el PP use el terrorismo como arma política contra el Gobierno ya me parece condenable, pero que lo hagan los obispos es surrealista. El recurso al terrorismo para atacar desde la Conferencia Episcopal me parece que sí son palabras que hacen daño a alguien, aunque al "señor" Alcaraz le parezcan acertadísimas.

En cuanto a la reacción en el electorado no sé qué opinar, la verdad. Coincido contigo en que este asunto va a movilizar a votantes pro-socialistas, hasta ahora indecisos o reacios a acudir a las urnas, pero también creo que otro sector dubitativo o cuasi-pasivo va a seguir las "orientaciones" de los obispos. Aún así, espero que tengas razón.

Por último, y lo más importante: Muchas gracias por el comentario, Cristina.

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