10 de febrero de 2008

Ilegalizaciones

Por Álvaro M.

Uno de los temas estrella de esta campaña electoral es el complicado proceso de ilegalización de ANV y PCTV. Mientras que el PP carga contra el PSOE por ponerse a ilegalizar ahora, la izquierda abertzale acusa al Gobierno de fascista y otras lindezas. Hay varios comentarios respecto a los diversos puntos del tema.

En primer lugar, la hipocresía abetzale. ¿Cómo es posible que acusen ellos de fascistas? A pesar de que es un error identificar "fascismo" con "izquierda abertzale" (no podemos simplificar ambas ideologías de ese modo y quedarnos un rasgo en común), es obvio que ambas ideologías son cafres a más no poder. Una formación política que representa y ampara el terrorismo, apoyando la violencia y la "desaparición" (por escribir un eufemismo) de aquellos que no piensan como ellos, nunca tendrán fuerza moral alguna para señalar con el dedo a nadie para llamarle excluyente o represor. Casi resulta gracioso (casi) el hecho de que los abertzales estén pataleando por esto, porque no me hago una idea de cómo se pondrían si fueran ellos quienes sufrieran las bombas, los tiros en la nuca, las amenazas y las extorsiones (incluso desde las instituciones).

Por otro lado, el toma y daca entre el PP y el PSOE. Es indignante que las dos formaciones más representativas de España no vayan de la mano en un tema como el terrorismo. Personalmente (y aquí cada uno opinará perfectamente lo que le parezca), pienso que el PP lleva años siendo desleal al Gobierno en materias de Estado, y que es el PP (principal partido de la oposición) quien ha de apoyar al Gobierno, tal como el artículo 1 del tan amado "Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo" reza. Dejando pareceres aparte, lo cierto es que la actitud del PP en cuanto al proceso de ilegalización es entendible aunque criticable. Entendible porque las elecciones están a un tiro de piedra, pero criticable porque llevan años exigiendo la ilegalización y, ahora que hay pruebas contundentes y se procede a la ilegalización, en lugar de reconocer la medida la atacan. Cuando podrían afirmar que el Gobierno "va por el buen camino", el camino por el que ellos siempre apostaron, afirman que es una ilegalización electoralista, mal hecha y que es el ejemplo de las cesiones gubernamentales de la tregua. Está visto que la clase no va con las clases.
Si la medida es oportunista, yo opino que sí: creo que se ha procedido a la ilegalización de manera estratégica, pero no para que el PSOE gane votos, sino para que el entorno abertzale no tenga tiempo para reaccionar llevando formaciones fantasma. Mientras que Batasuna había planeado presentarse a las elecciones con PCTV y ANV, no ha planteado una estrategia alternativa de lanzar X partidos fantasmas (y, con la esperanza de que el poder judicial no pueda actuar contra todas, concurrir con alguna de ellas). Yo creo que la prohibición de concurrir a las elecciones (que mantiene el Tribunal Supremo) responde a un golpe estratégico a Batasuna, no a una maniobra electoalista del PSOE.

Respecto a la sentencia del Tribunal Supremo, creo que las consideraciones sobre la misma deben darse después de haber leído la sentencia, o al menos un resumen. Aún así, en breve se publicará un análisis sobre la sentencia a cargo de una buena amiga.

También me gustaría preguntar sobre el hecho mismo de ilegalizar partidos políticos. Es evidente que no se puede permitir que el propio Estado sea fuente de financiación de ETA y su entorno. También es evidente que las instituciones que han de velar por todos los ciudadanos y por el respeto a la ley no pueden ser llevadas por aquellos que protegen a los que matan (o por los que matan mismo). Lo que no encuentro tan evidente es negar la expresión de un sector de la población de Euskadi. No puede obviarse o silenciarse per se a decenas de miles de personas, por muy afines a la barbarie que éstas sean. Como también esa gente tiene una serie de derechos fundamentales (derecho a la vida, a un juicio justo, etc), no resulta muy blasfemo pensar que también tenga derecho a expresarse libremente. En el "libremente" quisiera remarcar que me refiero a la expresión de sus ideas, no al cobarde regocijo por el crimen cometido; una cosa es defender la idea de una Euskadi independiente, de izquierdas y de gudaris (por muy aberrante que el resto lo vea), y otra es homenajear a asesinos y tratar a las víctimas como verdugos.

En definitiva, creo que la ilegalización de Batasuna debería tener un límite. Silenciar a una importante población de Euskadi no ayuda absolutamente nada a resolver la situación. Manteniendo eso, creo totalmente acertada la medida de negar fondos del Estado y el acceso a las instituciones para luchar contra aquellos que no entienden que democracia es respetar a quien no piensa como tú.

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