14 de febrero de 2008

Ilegalizaciones: Consideraciones

Por Álvaro M.

Gracias a ti, Marta; por explicarnos los más de cuarenta folios de auto judicial y por tu perspectiva sobre la cuestión de la suspensión a la izquierda abertzale.

Estoy de acuerdo contigo en que quien juega fuera de las reglas del juego no debería participar en él, y por eso estoy de acuerdo en que esta clase de partidos sean apartados del pacífico juego democrático. Aún así, no hablo de partidos; hablo de expresión de un grupo social. No creo que sea apropiado (por ser, precisamente, un demócrata) que se intente silenciar todo lo que diga la izquierda abertzale como conjunto de personas con una ideología determinada. Personalmente, distingo entre la población que se auto-enmarca en la izquierda abertzale y sus aparatos políticos (un partido político, por ejemplo, es una organización privada, a pesar de buscar unos objetivos que afectan al público). Pienso que es evidente que no se puede permitir que la alcaldía de un pueblo sea quien albergue a quienes amenazan a ciudadanos del pueblo; por eso creo que la izquierda abertzale no debería tener presencia en las instituciones (Parlamento vasco, ayuntamientos, etc.). Aún así, el problema de las manifestaciones políticas de un movimiento independentista que se sirve de la violencia no se resolverá ilegalizando sistemáticamente aquellos partidos en los que vaya a parar el voto de este colectivo.

Cierto es que ANV y PCTV tienen motivos para ser ilegalizados (como ya he dicho, estoy de acuerdo) pero, ¿y si Batasuna propone que la izquierda abertzale vote a Aralar? Cierto que Aralar condena la violencia pero, ¿qué es lo primero que a más de uno le vendría a la cabeza? Ilegalizar Aralar. Esto no es muy descabellado, dado el clima que encontramos actualmente en la política española sobre terrorismo. Recordando que la cuestión de Aralar es un mero ejemplo, lo que quiero decir es que está bien apartar del juego democrático a entes de los que se nutre el terrorismo, pero no está tan bien anular la voz de un conjunto de ciudadanos (aunque a su pesar) como es la izquierda abertzale. A pesar de que defiendan la violencia, y que a un "constitucional" le den ganas de taparles la boca y dejarlos en un rincón hasta que se aburran, porque no se merecen la libertad de expresión que ellos niegan; la verdad es que la constitución defiende la libertad de expresión como un derecho fundamental. Aunque seas un asesino (y tengas todas las condenas) tienes derecho a no ser asesinado; aunque coacciones la libertad de expresión de los demás, tienes derecho a expresarte libremente. Otra cosa es que quienes intentan silenciar a los demás en Euskadi no deban ser detenidos y juzgados por vulnerar los derechos fundamentales de la mayoría, pero aquellos que no hayan actuado contra la libertad de los demás (aunque estén de acuerdo con ello) tendrán el mismo derecho a expresarse que cualquier otro.

Es el precio que hemos de pagar los demócratas frente a los amigos de la violencia, pero es precisamente lo que nos hace mejores que ellos; nosotros somos fieles a nuestros actos y a nuestros principios, y ellos ya han traicionado lo que tanto dicen querer, a su "Euskadi libre", porque son los enemigos de la libertad.

En cuanto al análisis del auto, creo acertada la decisión judicial, y pienso que es otro ejemplo de la lealtad a los principios democráticos porque, a pesar del carácter preventivo de sus medidas, se defiende la presunción de inocencia. Más no puedo decir, porque ya lo has dicho tú todo.

Muchas Gracias, Marta.

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